... ¿no hay nada escrito? Siempre se habla de los problemas de traducción, pero de los problemas de traducción entre los distintos lenguajes del mundo, nunca se habla de la traducción más importante, la traducción entre lo que sentimos y lo que podemos llegar a expresar con palabras.

¿Nunca les pasó que les preguntaron por qué les gusta algo, y sintieron que las palabras no les alcanzaban? O aún peor, no darse cuenta de que no alcanzan las palabras e inconscientemente inventar una explicación que bien dentro nuestro sabemos que es mentira.
¿Cuesta lo mismo expresar con hechos los sentimientos? ¿La traducción pierde sentido también al actuar acorde a lo que sentimos?

Hace poco leí un pequeño diálogo entre dos amigos que decía algo como esto "Antes de que estemos juntos soñaba con ella muchas noches, durante el tiempo que estuvimos juntos casi ni soñaba con ella, y ahora que nos separamos no pasa una noche sin que sueñe con ella, ¿por qué?" y el amigo le respondió, "eso es porque estabas VIVIENDO tu sueño".

Siempre me interesaron las relaciones humanas, qué las motiva, cómo se mantienen, cómo se generan, etc. Pero lo que más me llamó la atención, es como en todas las relaciones siempre hay alguien que aporta más que el otro, alguien que "sirve" (por decirlo de una manera extrema en algunos casos) al otro.
¿Cómo se mantiene esto? ¿Cómo puede ser que alguien pueda dar sin recibir en una medida proporcionada a lo que entrega? Incluso en casos extremos hasta este "servidor" recibe no más que la indiferencia del otro, pero aún así continúa.
Hace poco me encontré con una anécdota que puede servir de respuesta a este asunto. La historia tiene como protagonista a Benjamin Franklin, por eso a la explicación de este fenómeno se la conoce como "El Efecto Benjamin Franklin".
Desde su juventud Franklin desarrolló una gran sed de conocimiento, para saciarla recurría a los libros. Desarrolló tal interés que fundó la primera biblioteca por suscripciones de América, por su inteligencia tenía un gran prestigio social por lo que incursionó en la política. Obviamente que al avanzar se fue haciendo de enemigos, pero él sabía como lidiar con ellos.
Uno de ellos era un colega que en un discurso criticó fuertemente a Franklin, por lo que éste, al verlo como un obstáculo para su carrera decidió tomar cartas en el asunto, literalmente. En pos de no demostrar debilidad y arruinar su reputación, encontró una solución creativa que fue la de enviarle una carta, pidiéndole por favor un libro. Sí, para cambiar su opinión, para que "empiece a quererlo" le pidió un favor, su rival se sintió halagado por el pedido y se lo envió de mayor gusto, Franklin se lo devolvió luego de un tiempo con una nota de agradecimiento, y se hicieron grandes amigos. Fin de la historia.
La explicación es que tendemos a querer más a las personas cuando le hacemos un favor, más aún que cuando nos hacen un favor¹.

En mi infancia jugaba al ajedrez, al punto de ser parte de un club y participar en torneos, etc. El otro día recordé algo de esa etapa que llamó poderosamente mi atención, y recién hoy creo entenderlo:

En uno de esos torneos de los que participaba contamos con la presencia del campeón argentino de la categoría sub 18 de ese momento, y él al jugar tenía una particularidad. En los momentos clave del partido, se levantaba de la mesa, salía de la sala e incluso a veces observaba desde lejos, como un espectador más. En ese momento no comprendía por qué lo hacía, simplemente despertaba mi curiosidad, pero ahora lo veo más claro. Hacía eso para tener otra perspectiva, para alejarse del problema y así verlo mejor.
Y es algo que se repite en nuestra vida cotidiana, muchas veces necesitamos alejarnos de los problemas para poder pensarlos mejor.

Muchas veces escuché hablar acerca de si es posible separar al artista de la obra, si la vida pública (o privada en algunos casos) de estos nos condiciona o no a la hora de leerlos. Desde mi humilde punto de vista: sí, es posible, y voy a explicarlo con una frase de Jean Paul Sartre creo, "Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él".
Pienso que no hay identidad más verdadera que la que dejamos en las cosas que creamos, incluso más auténtica y más propia que la vida propia que llevamos, por eso para mi las creaciones serían "lo que hace" y la vida pública que llevan los autores la relaciono con "lo que hicieron de él", por eso priorizo a la obra antes que al artista.

Esto no me acuerdo donde lo leí (creo que era "Ventana a la Calle", pero no estoy muy seguro), pero vale la pena contarlo, era un pequeño relato de una página de extensión. En él, el autor comenzaba contando acerca de los juguetes que abundaban en su infancia, haciendo una mención especial a uno muy particular, el "Tente en pie".
En este juguete se centra la historia, para los que no lo conocen es un muñeco inflable que, como su nombre lo indica, no había manera de hacerlo caer, podíamos mantenerlo acostado presionándolo con nuestro cuerpo, pero al soltarlo casi por arte de magia el juguete volvía a pararse.
Imaginemos la sorpresa y curiosidad que puede despertar esto en un niño, demasiada. Tanta curiosidad que un niño decidió investigar y valiéndose de un cuchillo se dispuso a abrirlo. Al abrirlo se encontró con una bola de plomo (esta bola de plomo es la que hace de contrapeso para que se levante), al quitarle la bola el pobre muñeco ya no se levantó más, estaba muerto. La hermanita menor al ver lo sucedido, con todo el poder de deducción y síntesis que puede tener un infante acusó "No se va a levantar más porque le robaste el alma".
El día que leí eso incorporé una muy buena definición de "alma", es eso que hace que nos levantemos a pesar de todo.

No recuerdo cuando, leí una historia china que explicaba por qué gritamos, lo que decía era tan simple como contundente. Decía que las personas hablan con un volumen acorde a la distancia que las separa, que mientras más lejos están, más fuerte hablarán.
Hasta aquí nada nuevo, pero después planteaba que hay dos tipos de distancias, la geográfica y la emocional, la geográfica no hace falta explicarla, pero la emocional sería la distancia entre los corazones de las personas que intervienen. Mientras más alejados estén sus corazones, más fuerte gritarán.
En contrapartida, cuando dos personas se enamoran sus corazones se "acercan", allí bastará con hablar suave. Cuando se enamoren aún más no hará falta hablar, los susurros bastarán y ya en el ápice de los sentimientos no hará falta susurrar, las miradas bastarán. La historia terminaba con una especie de moraleja que decía masomenos así: "No dejen que las discusiones los alejen demasiado, no digan palabras que los distancien más aún, ya que llegará un punto en el que la distancia sea tanta que no encontrarán el camino de vuelta".

Frases de por ahí:

"No hay forma más hermosa que perder el tiempo buscando la forma de no perderlo"

"
La tecnología nos acerca a los más lejanos y nos aleja de los más cercanos" (Michele Norsa)

"Sufrimos mucho por lo poco que nos falta y gozamos poco de lo mucho que tenemos" (William Shakespeare)

"El verdadero valor comienza generalmente por el miedo"

"Lo malo de tener muchos amigos, es que no puedes saber cuál de ellos es tu amigo"

"Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres" (Pitágoras)

Gente que por ahí me lee:

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